lunes, 5 de septiembre de 2011

CENTINELA DEL NUBLO


Para Joaquín Madina, que comprende esta tristeza.

Convocaré un concurso de avellanos

para hacer más veraz la primavera.

Convocaré los ríos y los arroyos

cargados de mensajes del invierno

en sus barbas de llanto y de guitarra.

Desnudaré la piedra más antigua

para buscar en ella las palabras

perdidas al paso de la siembra.

Plantaré abedules en la niebla,

a orillas del camino sin retorno,

para que puedas verlos en la noche

si vuelves a través de los sembrados.

Convocaré a las águilas que vieron

tus pasos en la nieve y tu mirada

domadora de ciervos y de cumbres.

Detrás de la puerta está dormida

tu figura de hiedra, tu cansancio

de tatos siglos en vela, de tan largos

inviernos solitarios, de tu miedo

al reino temblador de los fantasmas.

Convocaré un congreso de avellanos

para estudiar el agua y los helechos,

para entregar tu cuerpo a las corrientes

que recorren la tierra y que nos nacen

de pronto, sin sonido, entre las manos.

Centinela del nublo, tu recuerdo

esculpido en granito, se nos yergue

sobre torres de harina y de pizarra.

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