lunes, 5 de septiembre de 2011

EL CANTARO ROTO

¿Cómo extender la voz para que siga

brotando la canción?

¿Cómo intentar un canto

desde ahora,

si la tierra ha endurecido nuestros labios?

Si desnudamos la voz y no responde

más allá del ronco quejido

de las piedras.

Palidece y se gasta el calendario,

se convierten en rumores

los encuentros

que poblaban nuestro sueño.

Se desnudan las manos de la muerte

y nos van rodeando

la garganta.

¿Cómo será posible entrar

en un mañana

con los ojos alzados hacia el cielo,

con los dedos tendidos

hacia el tacto,

con el beso puesto en hora

y las palabras en largo pentagrama

sobre el pecho?

El cántaro de barro

en que guardábamos las horas

se ha quebrado.

Como cantos rodados nos circundan

por dentro del cerebro

los latidos

de un tiempo que creíamos abolido

y está a punto de explotarnos

en las manos.

Como flores de trapo desmayadas

se nos han quedado frías

las entrañas,

y los gestos sometidos

a este encierro

en que el agua se nos llena

de gusanos.

¿Cómo intentar un canto desde ahora,

si el viento de la muerte

se ha llevado

la piel de nuestro rostro?

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