¿Cómo extender la voz para que siga
brotando la canción?
¿Cómo intentar un canto
desde ahora,
si la tierra ha endurecido nuestros labios?
Si desnudamos la voz y no responde
más allá del ronco quejido
de las piedras.
Palidece y se gasta el calendario,
se convierten en rumores
los encuentros
que poblaban nuestro sueño.
Se desnudan las manos de la muerte
y nos van rodeando
la garganta.
¿Cómo será posible entrar
en un mañana
con los ojos alzados hacia el cielo,
con los dedos tendidos
hacia el tacto,
con el beso puesto en hora
y las palabras en largo pentagrama
sobre el pecho?
El cántaro de barro
en que guardábamos las horas
se ha quebrado.
Como cantos rodados nos circundan
por dentro del cerebro
los latidos
de un tiempo que creíamos abolido
y está a punto de explotarnos
en las manos.
Como flores de trapo desmayadas
se nos han quedado frías
las entrañas,
y los gestos sometidos
a este encierro
en que el agua se nos llena
de gusanos.
¿Cómo intentar un canto desde ahora,
si el viento de la muerte
se ha llevado
la piel de nuestro rostro?
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