Las piedras me explican lecciones
de silencio.
Las piedras de la tarde, todavía
solas y acariciadas
por la lluvia.
Una ola de sueño ha borrado todos
los retratos.
La casa se nos queda
inundada por el humo
que borra las paredes
y estrecha su presencia
como látigo.
Volvemos a este monte
dejándonos el llanto
entre las zarzas.
Dejándonos el alma y las pisadas
en estos arenales ahora mudos.
Los surcos de la noche están abiertos
y sangran de frutos esparcidos.
Las piedras son amigas
y están hechas
para besar las yemas de los dedos.
Un río de colores
y una balsa de aroma perforada
por el miedo.
Estamos encerrados en la nube
y sentimos la llamada
de los pájaros.
Estamos solos y nos vemos
pequeños como granos de una lluvia
dejada por el viento
en la ventana.
Estamos como el vino que se muere
en vasijas de tierra,
en viejas copas fabricadas
para el llanto.
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