Apresurados ríos que me inundan
si desnudo el pecho para el alba. I
gnorados torrentes y vacíos
semejantes a la noche más noche,
me desuellan
mientras busco con las manos
las palabras
que pueden abrirme alguna puerta.
Absorto y golpeado,
estático y mordido por la ausencia,
construyo los caminos con mi voz.
Me esconderás tu rostro
hasta que pueda, dormido, adivinarte,
adivinarte aunque sea una torre
lo que miro.
Aunque sea una vieja huella
o un residuo de flor
recién pisada.
Tendré tu aliento cerca
y será fácil
moldear tu sombra sobre sombra
mientras pasan otras nieblas
y otros cielos.
Mientras busco la postura mejor
para estar muerto.
Si soy el pájaro aterido
que acaricias,
el pez borracho de aire
que das de nuevo al agua.
Despierto y sosegado por el tiempo
me dejo conducir
aunque sea llanto la consigna.
Como una hoja llevada
por tu aire, me voy,
como una hoja ciega y encendida.
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