lunes, 5 de septiembre de 2011

EL LLANTO Y EL CAMINO

Apresurados ríos que me inundan

si desnudo el pecho para el alba. I

gnorados torrentes y vacíos

semejantes a la noche más noche,

me desuellan

mientras busco con las manos

las palabras

que pueden abrirme alguna puerta.

Absorto y golpeado,

estático y mordido por la ausencia,

construyo los caminos con mi voz.

Me esconderás tu rostro

hasta que pueda, dormido, adivinarte,

adivinarte aunque sea una torre

lo que miro.

Aunque sea una vieja huella

o un residuo de flor

recién pisada.

Tendré tu aliento cerca

y será fácil

moldear tu sombra sobre sombra

mientras pasan otras nieblas

y otros cielos.

Mientras busco la postura mejor

para estar muerto.

Si soy el pájaro aterido

que acaricias,

el pez borracho de aire

que das de nuevo al agua.

Despierto y sosegado por el tiempo

me dejo conducir

aunque sea llanto la consigna.

Como una hoja llevada

por tu aire, me voy,

como una hoja ciega y encendida.

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