Escribo estas palabras para el sueño,
para llenar de piedras los armarios.
Quiero romper mi voz contra el silencio
Quiero clavar espadas en los árboles
para que llegue sangre hasta los ríos,
y se muevan los montes con mi llanto.
Me arrancaron la tierra y quedó abierta
una herida por la piel como una boca
que recorre despacio las entrañas.
Me cortaron la risa y el hachazo
resuena todavía entre mis huesos.
¿Por qué los caminos del regreso
no son ya iguales al camino
por donde andábamos entonces?
Quiero pisar las nubes y morder
la piel oscura y triste de los valles.
Quiero apretar el viento hasta encerrarlo
en el hueco de la mano, hasta lograr
un cuchillo de arena y de relámpago.
¿Por qué son los árboles más viejos.
más pálidas las flores y más largo
el sendero que conduce hasta la casa?
Detengo la mirada en esta niebla
que derrama su llanto en cataratas
o residuos de mármoles ajados.
¿Por qué ya no es la lluvia tan amiga
y los rebaños de la altura se han borrado?
Recorro este silencio enrojecido
por ocasos calientes y por soles
semejantes a carretas transportando
el sudor del verano y los esfuerzos.
Recorro los arroyos de palabras,
gritos de pedernal y tierra seca,
que fueron voces mías, que tuvieron
horas de aprendizaje, días y días
barnizados de noche y de arpillera
con los torpes dibujos de la infancia.
Escribo estas palabras para el sueño,
para el dolor de una hora que se queda
grabada entre los dientes del pasado.
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