lunes, 5 de septiembre de 2011

REGRESO DE LA CALMA


Me siento en la tristeza

y con un llanto hermano de la nube

me cubro la mirada.

Te espero, Dios, y con las manos

enterradas en el pecho,

recojo los latidos

que vienen de la lluvia

y me traspasan.

De espaldas a la piedra

estoy llorando,

de espaldas al recuerdo,

y ya me sangran las palabras

de tanto haber gritado,

de tanto levantar una esperanza

que me sirva de puente

sobre el miedo.

Que me sirva de saludo

cuando el río de las venas

se hace oscuro y aúlla

sin descanso.

Repaso mi vida como un libro,

mastico como pan

los viejos sueños,

los que fueron respuestas

y hoy han muerto.

No quiero saber nada de los árboles

ni obstruir con la piedad

la sed que siento,

la muerte que madura en mis entrañas.

Estoy sentado y grito

y otra vez cierro los ojos

porque sé que es necesario

haber muerto muchas veces

para que vuelva el silencio

a decirnos que Dios

ha regresado.

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