lunes, 5 de septiembre de 2011

MEMORIA DE TU VOZ


A Juan A. Fdz. Tresguerres, que se ocupa de desenterrar nuestro pasado

Hemos sembrado la muerte en primavera

para tener un otoño rico en llanto.

Hemos dejado tu rostro abandonado

al tacto destructor de las corrientes

que ruedan bajo tierra y que repiten

tu perfil de esquina y de pañuelo.

Si el tiempo nos ayuda, si el sol vuelve,

tendremos asegurada la tristeza

para un tiempo tan largo como el cielo.

Deberemos construir otras palabras

para decir "amor", o "casa", o "padre"

porque ya no está al final de aquel camino

quien sabía toda la historia de los árboles.

Doblada está la tarde y plastadas,

como párpados negros, las campanas.

Disuelta va la noche entre rastrojos

y muerta de cansancio, la mañana

se suelta los cabellos por las zarzas.

Nos hemos quedado en los balcones

para ver llegar las águilas heridas,

para ver doblegarse los rosales

al aire mordedor de mediodía.

Los montes están llenos de rumores

y un cielo de ladrillos cenicientos

nos pesa sobre el rostro y nos traslada

al tiempo maternal de los suspiros.

Arrinconada y sola está la fuente,

doblada y parturienta como cierva

que se ha quedado sola en las montañas.

Ya no tenemos voces ni esperanza

para ver reflejarse alguna historia

en el cristal opaco de las lágrimas.

Qué solas y qué largas las veredas

por donde aún el quiebro de tu risa,

por donde una infancia oscura, todavía

nos llena las pestañas de guijarros

y nos deja los pies crucificados

en las puertas cerradas de la cólera.

Tendremos que vivir a puñetazos

y movernos de rodillas desde ahora.

Tendremos que enterrar los calendarios

y abrir ventanas nuevas para el grito.

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